jueves, 25 de julio de 2002

Por sus obras los conoceréis...

Construir en lo construido en la Universidad Laboral de Sevilla
Talleres de la Universidad Laboral, OTAISA (1949-54)
Decía Louis Kahn que la universidad es el lugar donde se encuentran la intuición y el conocimiento, trabajan juntos y generan cosas completamente nuevas. Acostumbraba a decir: “los oficios se desarrollan en el mercado, la arquitectura pertenece a la universidad”. Esta idea parece presente en los edificios de la Universidad Laboral de Sevilla.

El complejo universitario, construido en ladrillo y hormigón, propone una arquitectura que siguiendo los modelos internacionales del momento, está más cercana al concepto de universidad propuesto por Kahn como umbral entre la luz y la sombra, que a los postulados ideológicos del régimen que la promovió.

Vista aérea de la Universidad Laboral de Sevilla en su inauguración (1954)

El franquismo intentó unir oficio y conocimiento en una institución como las Universidades Laborales, con la idea de redimir a los trabajadores de su situación social. Sin embargo, los edificios de algunas de estas universidades se encuentran más lejanos de la retórica institucional de la dictadura que del estilo internacional de la época. ¿Cómo fue posible la producción de esta arquitectura moderna en un régimen autoritario?. Debido a la necesidad de innovar que requerían los nuevos planteamientos didácticos, la vanguardia europea se sirvió de los edificios escolares para construir los cambios que propugnaba. El alto nivel de la arquitectura producida en la Universidad Laboral, ¿fue debido a la calidad de unos arquitectos que supieron interpretar los deseos del comitente?

Planta general de la Universidad Laboral, OTAISA (1949-54)
En la actualidad, la antigua “Laboral” es la sede de la Universidad Pablo Olavide que está rehabilitando el complejo con criterios de intervención que consideran los edificios como contenedores donde el lenguaje, los materiales, los colores, los espacios originales no tienen ningún valor. ¿La adaptación de las instalaciones existentes a un nuevo uso es sólo un problema técnico?, ¿Es consciente la “Olavide” del valor del conjunto?, ¿cómo es posible que la propia Universidad, que debiera de ser la principal difusora de la cultura que imparte en sus aulas, pueda intervenir tan desafortunadamente en su propia sede?. Intentar analizar y responder las cuestiones antes señaladas será el propósito de esta comunicación.

Al terminar la Guerra Civil española, el país se encontraba en un estado preindustrial y agrario, con elevadas tasas de analfabetismo. En este contexto, el franquismo entendió que la educación era uno de los elementos constitutivos en el desarrollo del Estado, por lo que decidió impulsar la “formación de nuevas generaciones” mediante la enseñanza. El problema fundamental era las diferencias entre población rural y urbana, principalmente en las enseñanzas de grado técnico y universitario. Para paliar estas carencias se promulga en 1949 una Ley que establece la enseñanza laboral a nivel de secundaria, con la misión de formar en disciplinas básicas, pero con una especialización en agricultura, industria y otras actividades. La nueva enseñanza se impartiría en los “Institutos Laborales” o Centros de Enseñanza Media y Profesional situados en zonas alejadas de los núcleos urbanos.

Plantas de los pabellones de los colegios de la Universidad Laboral, OTAISA (1949-54)

Paralelamente a la tarea de acercar la enseñanza técnica al medio rural, se hacía necesario completar el acceso a enseñanzas técnicas de nivel universitario, se acercaba la “era de la abundancia” y había que modernizar el país. Se crearon para ello las denominadas “Universidades Laborales” que tuvieron como precedente la “Universidad Laboral Obrera” promovida por José Antonio Primo de Rivera.

El concepto de Universidad Laboral no fue completamente original, hubo diferentes experiencias internacionales que sirvieron de inspiración: el Instituto Tecnológico de Massachussets, el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París, los Institutos Tecnológicos Soviéticos, la Universidad de Rühr en la antigua República Federal de Alemania, fueron las expresiones más significativas de la relación trabajo-educación en otros países.

Lo que diferenciaba las Universidades Laborales españolas del resto, era básicamente su concepto de financiación, realizada a través de organismos como las Mutualidades Laborales, en principio destinados a otros menesteres. Otras novedades del sistema fueron la distribución geográfica de los centros y el régimen de internado o media pensión.La idea era que: “por la procedencia de los alumnos, por una parte, y una mayor permanencia de éstos en un medio agradable y científicamente concebido, irán formando a un sujeto con una perspectiva distinta y positiva en cuanto a todos los aspectos que conforman el sentido de su personalidad”.

El objetivo fundamental del sistema de Universidades Laborales consistía en promocionar socialmente a los hijos de trabajadores y a éstos mismos, capacitándolos profesional y técnicamente. La función académica de las Universidades Laborales se extendía tanto a la enseñanza ordinaria –reglada- como intensiva –no reglada-. En las Universidades Laborales quedaron integradas las enseñanzas correspondientes a los niveles de Educación General Básica, Bachillerato, Formación Profesional y Educación Universitaria. La edad media de los estudiantes era de doce a veintitrés años. Se impartía también educación permanente de adultos, por medio de cursos de iniciación, perfeccionamiento y readaptación de profesionales.



Decidida la política, se acometió la tarea de construir diferentes Centros por el territorio español. Se comenzó en 1946 por la Universidad Laboral “José Antonio Girón” de Gijón, continuándose hasta 1956 con cuatro nuevas universidades: la “Francisco Franco” de Tarragona; la “José Antonio Primo de Rivera” de Sevilla, la “Onésimo Redondo” de Córdoba y la de Alcalá de Henares. Entre los años 1966 y 1967 el numero de Universidades subió de siete a diez. En 1973 existían un total de once Universidades y siete Centros de Universidades dependientes del sistema.

Es interesante confrontar la arquitectura de la Universidad Laboral de Gijón, (Luis Moya, 1947-1956) ejemplo de representatividad grandilocuente y propagandista del régimen, con los proyectos de la Universidad de Sevilla (OTAISA; 1949-1954) o algunos edificios de la “Laboral” de Córdoba, (Miguel de los Santos et al., 1952-1956). Estos proyectos utilizan referencias, materiales y composiciones más cercanos a la arquitectura europea que a los modelos oficiales del franquismo. Ambas universidades son prueba que la buena arquitectura es independiente de la ideología que la promueve.

Y es que, como mantiene Antonio Pizza, a pesar de la gran ilusión del régimen de formalizar la superioridad del poder franquista en arquitectura, éste no pudo generar un estilo unitario e identificable.Paradójicamente, a pesar de la retórica y el discurso ampuloso del régimen, se empieza a confiar en los profesionales de la arquitectura. Comenta Fisac: “Cuando entró Ruiz Jiménez de Ministro de Educación me eligió a mí entre un grupo de arquitectos, cosa que me extrañaba, le dije, al tratarse de un Ministerio, pensando que Franco no iba a consentir ciertas cosas... El me contestó: Franco, desde que ha visto “El Manantial” se ha transformado mucho”.En 1948, Miguel Fisac había publicado en la Revista Nacional de Arquitectura su famoso “Lo clásico y lo español” y tras realizar un periplo por la arquitectura nórdica, recibió en 1949, por parte del Ministerio de Educación, el encargo directo para realizar el Instituto Laboral de Daimiel.

Croquis de Luis Gómez Estern, en la
Revista Nacional de Arquitectura (nº170, 1956)
en el que detalla la organización
para una escuela:
1.Club de jóvenes
2. La escuela
3. El campo de juegos
El mismo año se comienza a proyectar la Universidad Laboral de Sevilla por el grupo OTAISA. Uno de sus componentes, Luis Gómez Estern, publicó en la RNA dos años antes, una sutil y retórica defensa de la arquitectura en relación al carácter tradicional de Sevilla.

El Instituto Laboral de Daimiel fue el punto de partida para la construcción de un conjunto de centros laborales que sirvieron como banco de pruebas en este tipo de enseñanza y en la arquitectura. La experiencia culminó con la convocatoria en 1954, del concurso de Institutos Laborales que, gracias al éxito que tuvo, dio lugar a posteriores convocatorias sobre diferentes temas. Se consagra la figura del concurso entre arquitectos como medio válido y efectivo de aproximación a las nuevas necesidades arquitectónicas que la sociedad va demandando. No sólo no se ponen impedimentos; se apoya, se estimula y se incentiva a los ganadores de concursos. Un determinado grupo de arquitectos creían en lo que hacían, se plantean abrir nuevas vías y verificar posibilidades.

Los pliegos de los concursos recuerdan algunas de las ideas publicadas por el GATEPAC: se rechaza la simetría y se reniega del patio cerrado, se estudian la iluminación artificial y natural, el aislamiento, la ventilación y sobre todo se analizan exhaustivamente las necesidades de los nuevos edificios.Estos programas optimistas y llenos de vigor aparente, permitieron e inspiraron una arquitectura que, desvirtuada por la lejanía de las vanguardias (pero no por ello menos entrañable) se construyó siguiendo las tendencias internacionales, utilizando el hormigón, el ladrillo y el acero para realizar sus alardes constructivos.

La arquitectura docente suscitó un enorme interés entre los arquitectos españoles convirtiéndose en campo de indagación arquitectónica. Éstos no eran ajenos a lo que ocurría fuera de España, a final de los años cuarenta la referencia era la arquitectura de Alemania, Suiza, Italia y los países escandinavos. Pero el punto de partida lo encontramos antes de la Guerra Civil, en un gabinete especializado en arquitectura escolar organizado por el arquitecto Antonio Flórez. Éste serviría para realizar edificios con un lenguaje cada vez más depurado y moderno que comienzan a manejar conceptos como “escuela activa”, “enseñanza al aire libre” experimentados en Europa y Estados Unidos.

Colonia obrera Las Lomas de Becerra, Ciudad de México (México) Hannes Meyer, 1942

En 1931 Walter Gropius pronuncia una conferencia en la Residencia de Estudiantes de Madrid en la que definiría la arquitectura funcional como: “una forma arquitectónica nueva, que no se encuentra ya en sí misma su razón de ser sino que nace de la esencia de la obra arquitectónica, de la función que la misma ha de cumplir”. Pone como ejemplo el edificio de la propia Residencia de Estudiantes, obra de Antonio Flórez. En ese año, los cuatro futuros arquitectos que formarían en Sevilla el grupo OTAISA, se encontraban estudiando en Madrid.

El estudio Oficinas Técnicas de Arquitectura e Ingeniería S.A. (OTAISA) fue constituido en torno a 1941 por Felipe y Rodrigo Medina Benjumea, Luis Gómez Estern y Alfonso Toro Buiza, arquitectos titulados en 1934 y representó, a imagen de los estudios americanos, uno de los escasos modelos andaluces de producción en equipo. Su concepto de la profesión como ingeniería de la construcción se hará patente posteriormente en sus obras.

Su obra más conocida, la Universidad Laboral de Sevilla (1949-54) fue un encargo directo de la administración Sorprendentemente a pesar de los requerimientos propagandísticos del cliente, consiguen introducir de forma decidida elementos propios del Movimiento Moderno, desarrollando un amplio catálogo de formas que se apoyan en las texturas, los colores y las cualidades de los materiales.

Los edificios del complejo de la “Laboral” son resultado de un escrupuloso estudio de funciones, donde resuenan no sólo el eco de las palabras pronunciadas por Gropius en Madrid, sino las de Hannes Meyer cuando mantiene: “construir es un proceso biológico, construir no es un proceso estético...construir es sólo organización: organización social, técnica, económica, psicológica”. La Escuela Federal de la Unión General Alemana de Sindicatos en Bernau, definida por un alumno de Meyer como una “fabrica de educación”, es un ejemplo de esta idea. El edificio escolar de Bernau influyó en las escuelas que los alumnos de la Bauhaus diseñaron en años sucesivos. En casi todas ellas se repetía el motivo de los pabellones orientados al sur, donde se encontraban los jardines y campos de juego.


Escuela federal de la Unión General de Sindicatos en Bernau (Alemania) Hannes Meyer, 1929
La expresiva utilización del ladrillo y el hormigón en el edificio de la “Laboral” de Sevilla contribuyen a darle un aspecto de “fabrica para educar”, donde las chimeneas son sustituidas por un gran depósito de agua con forma de torre. El planteamiento del proyecto, que recuerda a la colonia Junkers (1932) de Hess y Selmanagic o a la colonia obrera de Las Lomas de Becerra (1942) del propio Meyer, se configura como un conjunto de pabellones, de diferentes tamaños, estrictamente modulados y articulados en torno a una espina central, que parte de una cabeza formada por una plaza en forma de U, acceso principal al recinto desde la carretera Sevilla-Utrera.


Trampolines de las piscinas de la Universidad Laboral
Los materiales empleados y la orientación sur de los pabellones generan un plástico y expresivo lenguaje de elementos que producen bellos contrastes de luz y sombra que acaban encontrándose en el umbral que es el edificio de la Universidad Laboral.

Los edificios incorporaron un complejo programa, integrando no sólo aulas sino las más variadas necesidades: residencia de estudiantes, centro cívico, iglesia, teatro, instalaciones deportivas, etc. Básicamente, toda la edificación estaba estructurada alrededor de siete colegios, que funcionaban de manera independiente y contaban con un conjunto de servicios comunes como cocinas, lavaderos, panadería, enfermería y servicios administrativos. Todos los colegios estaban unidos al eje central que se disponía en tres niveles: un gran porche peatonal y dos galerías: una de servicio en planta primera y otra de instalaciones subterránea.

Cada uno de los colegios se componía de tres pabellones orientados al NO-SE. Un pabellón exento de dos plantas era el dedicado a las aulas, tenía acceso directo por la galería y un porche lo unía, por su parte posterior, al colegio que pertenecía. El pabellón del colegio tenía cinco plantas, disponiéndose en planta baja la sala de estudios, biblioteca y servicios docentes y en el resto los dormitorios. Por último el tercer pabellón se dedicaba a comedor en planta alta y sala de recreo en planta baja, comunicándose con el resto de los edificios por la galería de servicio existente sobre el porche.

Entre las distintas costillas construidas sobre la columna vertebral del conjunto, se genera una sucesión de espacios libres que conectan de manera natural con el paisaje. Los edificios constituyen un complejo ejercicio de implantación territorial insertado en un recinto muy amplio, donde las instalaciones deportivas se mezclan con la vegetación y las zonas verdes.

La Universidad Laboral estuvo funcionando hasta el año 1.980 en que fue transferida al Ministerio de Educación y posteriormente a la Junta de Andalucía. Las edificaciones propias del internado y de las antiguas enseñanzas dejaron de utilizarse, con lo que las instalaciones comenzaron un lento e inexorable proceso de degradación.

Edificio de dirección de la Universidad Laboral, OTAISA (1949-54)

En la actualidad, en el recinto de la antigua “Laboral” coexisten el Instituto “Teresa León” y el Centro de Formación de Adultos con las enseñanzas universitarias de la UNED, la Escuela de Ingeniería Técnica Agrícola, el Centro de Formación del Profesorado “Cardenal Spínola” y los centros universitarios de la Universidad Pablo de Olavide que desde 1997, ha elegido los terrenos de la antigua Universidad Laboral como “una apuesta por la concentración y una actualizada imagen unitaria”.


Arriba: estado de los pabellones tras su "rehabilitación". Abajo: estado original

Paradójicamente, los centros universitarios allí instalados y la “Olavide”, en vez de promover y mantener un edificio de arquitectura moderna que hubiera caracterizado una imagen de Universidad joven y progresista, lo están transformando y desnaturalizando paulatinamente, alterando de manera sustancial, la calidad de uno de los mejores ejemplos de arquitectura producidos en la pasada década de los cincuenta en Sevilla. La imagen unitaria que tenían los edificios de la “Laboral” se está convirtiendo en fragmentaría, gracias a desafortunadas intervenciones en las que prima más la superficie útil y la edificabilidad que los valores existentes en los edificios.

Pabellones de aulas y colegios de la Universidad Laboral. Estado en el año 1993
Con el argumento de resolver problemas técnicos, normativos o patológicos, se están eliminando el ladrillo visto y los cuidados parasoles de hormigón, se demuelen las preciosas escaleras originales y se sustituyen las delicadas carpinterías de acero. Las aparentes “soluciones” técnicas prevalecen sobre las cualidades estéticas, compositivas o tectónicas de un edificio que documenta una época de nuestra arquitectura reciente. ¿Qué hubiera ocurrido si la Hispalense al ocupar la antigua Fábrica de Tabacos hubiese decidido sustituir las sillerías, bóvedas y molduras del edificio por disfuncionales? o ¿decidió mantenerlas porque tenían dos siglos de antigüedad e incluso un cierto valor artístico?. Si la universidad no es capaz de poner en valor los elementos que constituyen nuestro patrimonio reciente ¿quién lo va a hacer?.

La Universidad Pablo de Olavide convocó en 2000 un concurso de ideas para la ordenación general del recinto, el jurado premió una atractiva propuesta que, dibujada de forma muy sugerente, invierte el esquema de funcionamiento del edificio y crea un eje paralelo a la espina central existente. La operación, que sustituye los ejes barrocos del franquismo por nuevos ejes, ahora virtuales, integra la estructura de la “Laboral” en una nueva composición que ordena todo el recinto.

Aspecto de los Pabellones tras su trasformación para adaptación a la Universidad Pablo Olavide (2000)
Si eso es lo que pretendía el concurso, bienvenida sea la nueva solución. Pero no deja de ser irónico (o cínico) que el jurado –entre los que se encontraban los máximos responsables de la U.P.O.– justifique la propuesta porque establece “paralelismos con las cualidades de los edificios existentes”, para continuar diciendo que el trabajo ganador aporta una solución que revitaliza el conjunto actual y terminar proponiendo “un plan rector coordinado que respete y potencie los considerables valores arquitectónicos y patrimoniales del conjunto edificado original de la antigua Universidad Laboral”. Esperemos que el único pabellón que queda sin alterar sea incluido en el “plan rector coordinado” y su rehabilitación recaiga en alguien que conozca las técnicas de impermeabilización de la fábrica de ladrillo sin necesidad de enfoscarla.

Quizá lo que está ocurriendo no es más que la demostración de desconfianza que produce un modelo educativo que ha sido derrotado por los mass-media. Como dice Fernández-Galiano, “consumada en su hervor narcisista la rebelión antiautoritaria” la escuela es un fósil vivo que naufraga en su utopía alfabética y como consecuencia, “su arquitectura se disuelve en el espacio informe de la ciudad silvestre”.No queda nada del optimismo de principios de siglo XX en el que arquitectos y pedagogos ensayaban soluciones para los centros escolares.

La dispersión en las intervenciones recientes en la “Laboral” es índice no sólo de la falta de un modelo, sino de la falta de confianza en la arquitectura que es entendida sólo como una técnica que permite habilitar recintos para su uso. El cliente es un material de construcción tan importante como el hormigón, la piedra, la madera o el acero. Para realizar un buen proyecto es necesario no sólo un buen arquitecto, sino tener un interlocutor y cuando éste sabe lo que quiere encontrara lo que busca, e independientemente de su ideología, hará siempre posible la arquitectura.





Publicado en:

Diario de Sevilla.
25 de julio de 2002