lunes, 29 de noviembre de 2004

Valor frente a precio

La estación de autobuses de Jaén

Estación de Autobuses y Hotel Rey Fernando de Jaén en la década de los años cincuenta del siglo XX

Sorprende la agresividad de determinadas opiniones sobre lo que se debe hacer con la actual Estación de Autobuses; la respuesta inmediata a su pretendida obsolescencia es que hay que derribarla. Obsoletos son el Castillo, los Baños Árabes, el arco de San Lorenzo y nadie se plantea demolerlos, por ahora… Es posible que se deba a su poca superficie o a la apariencia no moderna de los mismos, a su antigüedad. Su condición de edificios antiguos los hace estar por encima no sólo de diferencias de credo, sino también de entendidos y legos en arte. Los criterios de antigüedad son tan evidentes, obvios y sencillos que son apreciados por todo el mundo. Pero esta pretensión de validez general es también la que lleva a creer que su valor de antigüedad es suficiente para conservarlos y produce manifestaciones de tipo arrogante e intransigente: fuera de lo antiguo no hay salvación estética posible.

La consideración de un edificio como bien de interés a conservar por la comunidad tiene que examinar la existencia de otros valores; y cuando se encuentren, habrá que sopesarlos frente al valor de antigüedad.

Se ha argumentado que la Estación de Autobuses no tiene valores históricos o estéticos, quizás esto se deba a que todavía impera en el subconsciente colectivo el concepto de que existe un ideal artístico absolutamente objetivo y válido, que en otros tiempos y lugares ha coincidido con el de la Antigüedad Clásica. En el caso de Jaén estaría simbolizado por su Catedral. El siglo XIX descartó esta pretensión de un ideal canónico para las artes y el siglo XX asumió que la creación artística pasada es irrecuperable y no puede convertirse en norma de ningún modo.

¿Es el actual valor artístico un valor objetivo como el histórico? Desde inicios del siglo pasado se mide el valor artístico de un monumento por su proximidad a las exigencias de la idea de arte que existe en el momento de valorarlo, es decir, por su voluntad de forma, su intención, su novedad, su uso, etc. No hay ningún valor artístico absoluto, sino un valor relativo que tiene que ver con la contemporaneidad del momento en que se valore.

El valor histórico de un edificio reside en que representa una época determinada dentro de la evolución de la disciplina arquitectónica, su valor deriva de que sirve para documentar físicamente -en tres dimensiones- un momento concreto del devenir de la arquitectura. La Estación de Autobuses, terminada en 1949, no se puede considerar antigua pero tiene valor histórico para la arquitectura andaluza. Se concibe en un momento singular, no sólo arquitectónico, sino social, coincidente con la guerra mundial y la revisión de los principios del Movimiento Moderno. En España coincide con una posguerra y la fuerte imposición de unas normas estilísticas, esencia de lo genuinamente español.

Alzado de torre Estación Autobuses. Proyecto Básico
En medio de las incertidumbres del pensamiento arquitectónico de la época, se proyecta en abril de 1941, ajena a lenguajes monumentales y estériles debates, la segunda estación de autobuses de Andalucía. Un proyecto que va más allá de los experimentos antiurbanos de las vanguardias: anticipa reflexiones que se realizarán en la Europa de la “reconstrucción” a partir de 1945 ya que es un edificio preocupado por construir y definir ciudad. Además de ser una construcción con una fuerte significación urbana, es un nexo de unión entre el racionalismo anterior a la Guerra Civil y la posterior arquitectura de los años 50, raíz actual de nuestra arquitectura. La Estación de Autobuses es un eslabón que adquiere sentido en el interés histórico por interpretar el concepto de evolución en la arquitectura española.



Pero hoy en día se le exige a un edificio algo más para que pueda ser conservado. Es necesario que tenga también valores contemporáneos, es decir, que posea la capacidad de satisfacer necesidades materiales y espirituales de la comunidad a la que pertenece. En el primer caso, hablamos de un valor práctico, de uso o instrumental; en el segundo caso de un valor artístico en el que hay que distinguir su novedad y lo relativo de su valor, que siempre coincidirá con la consideración contemporánea de arte, ciudad, arquitectura…

Marquesina de la estación de autobuses de Jaén, año 2004

Los usos originales de la Estación y el Hotel todavía se mantienen. El edificio puede ser utilizado de modo práctico y de hecho lo es. Conviene no confundir obsolescencia con el descuido, suciedad o abandono que nos producen una penosa impresión, haciendo parecer al edificio más viejo de lo que es. Este desaliño intencionado apoya la idea de que lo nuevo es bonito frente a lo viejo que es feo. Se utiliza la concepción común según la cual a la juventud le corresponde una superioridad incuestionable frente a la vejez. La inmediatez que el valor de lo novedoso genera es utilizada para proponer un nuevo edificio donde, en apariencia, todos ganan. Todos, menos la ciudad, que pierde unos espacios y edificios cuyos valores, una vez más, no supo reconocer a tiempo y luego llora y recuerda constantemente mirando fotos en blanco y negro. La Estación actual tiene valor de uso y por tanto instrumental, contemporáneo. Su arquitectura funcional generó espacios especializados al máximo produciendo unos edificios extremadamente eficaces, que difícilmente se adaptaran a usos diferentes a los que fueron concebidos.

Estación de autobuses de Jaén, año 2004

El interés de la Estación y el Hotel no está sólo en elementos aislados, está en su conjunto. Como cualquier ejemplo de buena arquitectura, es una idea unitaria, clara y coherente, en la que como en un buen cuadro, no es posible quitar ningún elemento sin que la composición se resienta. Se construyó una nueva estación en un lugar determinado, resolviendo los problemas que éste le planteaba, definiendo con su arquitectura una nueva idea de ciudad. Este valor urbano se define por los volúmenes y por los vacíos, por la baja densidad, por la visión del Castillo cuando se llega a Jaén, por las formas curvas, por el inteligente diseño de la plaza Coca de la Piñera, por la magnifica fachada a c/Santo Reino...

Plano estructural de la marquesina en la zona de los andenes, con el contrapeso que la soporta

El valor artístico de novedad lo encontramos en la manera en que se utiliza el hormigón armado entendiéndolo no como material, sino como una técnica que permite construir nuevas formas que desafían la ley de la gravedad: aparecen la marquesina aligerada, los pilares a tracción, etc. Se emplea el hormigón con una voluntad de forma y por tanto de una manera moderna. También se diseña un nuevo tipo de edificio híbrido, es decir, con varios usos dentro del mismo, una experiencia absolutamente innovadora para la época. Además, la investigación tipológica que se realiza en la Estación de Autobuses de Jaén sigue siendo valida 40 años después. Los arquitectos Cruz y Ortiz diseñan la estación de autobuses de Huelva con referencias similares: dos planos horizontales de hormigón el del techo y el del suelo que definen una sección uniforme marcada por la altura de los autobuses; el diseño se realiza en planta y es consecuencia del movimiento de los vehículos cuyo radio de giro impone una ley completamente separada de los peatones.

Estación de autobuses de Huelva, Antonio Cruz y Antonio Ortiz, 1998

El valor artístico de la Estación de Autobuses se basa, por último, en la posibilidad de que una obra de hace dos generaciones pueda ser apreciada en el futuro no sólo como testimonio de la superación de la naturaleza por el hombre, sino con respecto a su propia y especifica concepción que satisface una intencionada voluntad de forma. ¿Vamos a esperar que ocurra lo que ha pasado con Telefónica, el Cine Asuan, la Verdadera, el Teatro Cervantes…, para seguir lamentando la configuración urbana y arquitectónica de Jaén? ¿Qué precio tienen los valores de nuestra ciudad?


Jaén, 29 de noviembre de 2004



Publicado en:
DIARIO JAEN,  Jaén 2004