miércoles, 11 de noviembre de 2009

Lo sostenible en el patrimonio

Restauración de la Capilla de Jesús en Martos (Jaén)

Ventana con nueva vidriera de alabastro en la Capilla de Jesús (Martos)
El 26 de septiembre de 1997 tuvieron lugar dos fuertes seísmos en las regiones centrales italianas. En la basílica de San Francisco de Asís los terremotos provocaron el derrumbe de 185 m2 de bóvedas con frescos atribuidos a Giotto, que quedaron reducidas a fragmentos en pocos minutos. Sin embargo, otras iglesias y edificios de la misma ciudad no sufrieron daños excesivamente graves en comparación con la catástrofe acaecida en la iglesia franciscana, por lo que debía de existir alguna circunstancia particular que la diferenciara del resto de edificios de Asís.

Durante la restauración posterior de la basílica se constató que, a mediados del siglo XX, había sufrido una intervención que sustituyó la antigua cubierta colocando zunchos de hormigón en la parte superior de los muros de piedra, en la creencia que un mayor y más fuerte atado de sus cabezas mejoraría la capacidad portante de la estructura gótica, haciéndola más duradera, casi eterna.

Efectivamente, el zunchado de las partes altas de los muros impedía que estos se abrieran pero también los hacía menos flexibles, no permitiendo su adaptación a posibles esfuerzos que pudiera sufrir la estructura muraria en el futuro. Cuando las bóvedas tuvieron que resistir los empujes horizontales del terremoto, se encontraron con que la rígida estructura de los zunchos no les permitió adecuarse a los movimientos del seísmo. La consecuencia fue su colapso y posterior derrumbe.

Intervenciones de atado, como la operada en Asís, han tenido y tienen mucho éxito todavía hoy en nuestro entorno, ya que parten de la base que, gracias al grado de desarrollo que hemos alcanzado, la técnica actual es superior y capaz de funcionar mejor que la empleada en cualquier tiempo pasado. Una especie de arrogancia tecnológica que se asienta en el convencimiento que los nuevos materiales y nuestras prácticas constructivas son infalibles y eternas, con lo que no se les concede ninguna oportunidad a las viejas estructuras y elementos que a lo largo de siglos han probado de sobra su eficacia. Son actuaciones, además, muy poco sostenibles ya que generan muchos residuos y consumen gran cantidad de materiales.

Capilla de Jesús en Martos (Jaén) tras su restauración en 2010
El término sostenibilidad, de tanto usarlo, se presupone; otras veces es un pleonasmo utilizado para reforzar conceptos o actuaciones que de por sí lo son; pero ¿qué entendemos por sostenible en la conservación del patrimonio?

En la capilla de Jesús en Martos, una iglesia con bóvedas también decoradas con bellas pinturas, estamos utilizando los procedimientos que la técnica actual pone a nuestra disposición pero siempre al servicio de los materiales originales, de las maneras constructivas del edificio, nunca como un remedio impuesto, ni como un fin en sí mismos, sino como un complemento que mejora la resistencia de las fábricas, no altera su funcionamiento y permite que tengan sus propios grados de libertad.

La innovación que introducimos en esta restauración es que, además de conservar los elementos del bien protegido, conseguimos que la intervención sea sostenible, ya que, al mantener los materiales existentes, garantizamos un mejor aprovechamiento de los recursos, generamos menos cantidad de residuos y hacemos el mínimo consumo energético, es decir, al complementar las técnicas presentes en el inmueble, no consumimos nuevas materias, ahorramos en el ciclo productivo de los mismos y, por tanto, reducimos la producción de CO2.

Cúpula del presbiterio tras su restauración

Lo que hace sostenible una intervención es la forma con la que abordar la misma. Adoptar una actitud que intente mantener las pequeñas cosas que evocan el paso del tiempo, dejar que se expresen con su propia lógica. Ello implica conservar antiguas tejas árabes, maderas viejas deformadas, grietas consolidadas, que quedan como cicatrices consecuencia del transcurrir de una vida. En definitiva, asumir una “imperfección inteligente” que considera al tiempo como un material de construcción más, que tiene y debe ser visible. Con este planteamiento, los materiales nuevos a colocar son los imprescindibles, participando lo justo en la cadena productiva.

En la cubierta de la capilla de Martos, por ejemplo, se ha optado por reparar puntualmente los deterioros parciales de las vigas de madera y sustituir sólo aquellas cuya reparación era más costosa que su reemplazo. Con este criterio, además de conservar la forma de construir de hace tres siglos, evitamos consumir nuevas maderas o acero, en el hipotético caso que hubiéramos proyectado una estructura metálica en sustitución de las maderas.

Proceso de restauración y rehabilitación de la estructura de madera de la cubierta

En la cubrición también hemos huido de materiales asfálticos o de hormigón, descartados por su irreversibilidad, su elevado peso y su incompatibilidad con lo existente. Para elaborar la tablazón de apoyo de las tejas hemos utilizado el sistema tradicional de cañizo, perfectamente compatible con la armadura de madera ya que permite su correcta transpiración y ventilación. Esta actitud conlleva asumir un grado de sencillez y humildad tecnológica en el que los componentes del proceso constructivo tienen la menor manipulación posible a lo largo de su ciclo. La actuación en la cubierta conserva el concepto tradicional de cubierta inclinada, flexible e impermeable, permitiendo el movimiento estacional de la madera, la transpiración del edificio y la ventilación integra de su armadura.

La compatibilidad de materiales apuntada más arriba, es otro de los factores que hacen sostenible una intervención. En esta obra, por ejemplo, el uso del cemento está vetado, ya que es conocida la agresión que produce a largo plazo en las piedras, se utilizan sólo morteros de cal con diferentes dosificaciones según el lugar de aplicación. Para evitar lo ocurrido en la basílica de Asís se han zunchando las cabezas de los muros con vigas de madera laminada ancladas con varillas de acero inoxidable y mortero de cal. Una solución que sujeta las fábricas pero les deja el grado de libertad suficiente para que puedan adaptarse a futuros movimientos sin llegar a romper por haberlas rigidizado en exceso.

La sostenibilidad de la intervención también se apoya en la voluntad de dotarla de la máxima ventilación natural y transpirabilidad. Cuando se analizan las patologías de un inmueble, las más incómodas y dañinas, son las humedades de capilaridad, condensación o filtración. Frente al uso indiscriminado de climas artificiales, el método más efectivo para combatirlas es la ventilación natural continuada, con la que se consigue el máximo de bienestar y confort. La forma con la que obtenemos esa ventilación (sin pérdidas energéticas) es mediante corrientes de aire, bajo el suelo y en las zonas altas de la iglesia, de manera que no incomoden a los fieles y se ventilen adecuadamente ambiente y fábricas.

Espadaña y vidriera de alabastro
Por otro lado, al igual que nuestra epidermis o nuestra ropa, los edificios deben transpirar a través de la piel de sus cerramientos, por lo que huimos de materiales plásticos, utilizando revestimientos que permitan el paso del aire, pero no del agua, haciendo transpirar sus muros y eliminando, junto con la ventilación, aquellas incómodas patologías.

Los nuevos y antiguos materiales son utilizados en función del tacto, el sonido, el efecto de la luz, el olor… relacionados con las sensaciones, con los sentidos… La intención es recuperar el ambiente de ese lugar místico, en el que la concreción de los materiales y la experiencia del espacio se puedan fundir por medio del uso sugestivo de la luz natural; otro de los materiales que asumimos como parte de una actuación sostenible, frente a la tendencia a iluminar artificialmente y sin mesura todos los monumentos.

Izquierda: vista de la capilla hacia el altar. Derecha: vista de la capilla hacia el acceso

El valor añadido de la intervención que se está realizando en Martos consiste en que la restauración no sólo se concentra en la conservación del inmueble existente sino que, por medio de la aplicación rigurosa, coherente y minuciosa de una serie de principios generales que se apoyan en criterios de sostenibilidad y en las nuevas tecnologías, volvemos a poner en valor y funcionamiento los materiales y la tradición constructiva heredada de nuestro pasado, que es lo que constituye nuestra identidad, nuestra memoria, en definitiva, nuestro patrimonio más valioso.


GALERÍA DE FOTOS DEL PROCESO DE RESTAURACIÓN DE LA CAPILLA DE JESUS


Jaén, 2 de diciembre 2009



Publicado en:
Diario JAÉN, diciembre 2009